Comentario
La división entre liberales y conservadores adquirió en México un perfil particular, en parte por el fuerte componente monárquico del que habían hecho gala los conservadores locales. Los escoceses (conservadores, respaldados por la filial de logia masónica escocesa establecida en México) y los yorkinos (liberales y federalistas, respaldados por la filial de la logia de Nueva York) ocuparon inicialmente el centro de la escena política. Los escoceses, que contaban con cierto respaldo británico, pensaban en una rápida reconstrucción del país, basada en la recuperación de la minería, la expansión de la agricultura, especialmente en lo referente a ciertos productos exportables y en el saneamiento de las cuentas del tesoro. En esta tarea Gran Bretaña debía jugar un papel clave.Un desprendimiento católico de los escoceses condujo a la afirmación del conservadurismo, que tuvo en Alamán uno de sus más cualificados líderes y que adquirió un perfil bastante beligerante y poco moderno, contrario a la tolerancia religiosa y a la desamortización que amenazaba las propiedades eclesiásticas. El intento conservador de imponer al presidente, en reemplazo de Guadalupe Victoria fracasó y el liberal Vicente Guerrero fue elegido presidente con el respaldo de Antonio López de Santa Anna. Tras el fracasado intento del ejército español de reconquistar México, sofocado por Santa Anna, lo que le permitió aumentar su popularidad, el presidente Guerrero fue desplazado por el vicepresidente Anastasio Bustamante, que contaba con el apoyo del ejército y de los conservadores de Alamán. Guerrero fue ejecutado ante el horror de la población, pero Bustamante no pudo mantenerse durante mucho tiempo en el poder porque debido a su debilidad política adoptó una postura sumamente favorable a la Iglesia.A principios de 1832 Santa Anna se pronunció contra Bustamante y en marzo de 1833 fue elegido presidente. Su identificación con Guerrero le permitió contar con el respaldo de los liberales, especialmente con el de su líder José María Luis Mora. El vicepresidente, Valentín Gómez Farías, se encargó de gobernar con el respaldo de un Congreso liberal, avanzando sobre los privilegios eclesiásticos y castrenses. Al poco tiempo Santa Anna expulsó a los liberales del gobierno, convirtiéndose en el principal defensor del orden conservador. Se inauguró un período en el que liberales y conservadores se alternaron en el poder, con las frecuentes reapariciones de Santa Anna, un período que se extendió hasta 1855, cuando una revolución liberal, de signo distinto a las anteriores cerró el ciclo y envió a Santa Anna al exilio, de donde no regresó hasta 1874.Como consecuencia de la revolución de 1848, un grupo de moderados, encabezados por Luis Gonzaga Cuevas y Bernardo Couto, abrazó las banderas del conservadurismo, preocupado por los ataques a la propiedad que habían ocurrido en Europa y especialmente por la virulencia que el anticlericalismo estaba adquiriendo en México. La muerte de Alamán en 1853 favoreció el relevo generacional. La Reforma permitió la consolidación de un grupo de jóvenes liberales, que habían comenzado a emerger desde los años 40 y que habían roto con la generación que independizó el país. La condena papal a la constitución liberal de 1857 enconó aún más las posturas en torno al problema eclesiástico.La revolución liberal de 1854 llevó al primer plano a dos líderes del liberalismo provinciano: el ex gobernador de Michoacán, Melchor Ocampo y el ex gobernador de Oaxaca, Benito Juárez. Las consecuencias directas de la revolución fueron el ascenso presidencial del general Juan Alvarez y la aplicación del plan de Ayutla, que era el conjunto de reivindicaciones de contenido liberal y anticlerical que dio contenido a la llamada Reforma mexicana.La Reforma se estructuró en base a dos leyes fundamentales: la ley Juárez que abolió el fuero eclesiástico y la ley Lerdo que prohibía la propiedad comunal de la tierra, lo que afectaba tanto a la Iglesia y a las órdenes religiosas como a las comunidades indígenas. De este modo se llegó a la abolición de los fueros eclesiásticos, a la desamortización de las propiedades de la Iglesia y a la secularización del registro de nacimientos, defunciones y matrimonios. Algunas medidas anticlericales adoptadas por la reforma llegaron hasta 1991, cuando el presidente mexicano, Carlos Salinas de Gortari, decidió modificar la legislación vigente.La consolidación de los liberales en el poder fue muy costosa, y sólo se realizó después de atravesar una prolongada y sangrienta guerra civil. Mientras los conservadores ocupaban la ciudad de México, los liberales controlaron Veracruz y las provincias del norte, lo que les permitió manejar las vitales rentas aduaneras. En 1857 se proclamó la nueva constitución y Juárez fue elegido presidente. En 1861 pudieron capturar la capital, pero la guerra se prolongó en algunas provincias. En ese contexto se produjo la invasión de británicos, franceses y españoles, que a principios de 1862 ocuparon Veracruz, con apoyo de los conservadores.Mientras los británicos y españoles se negaron a continuar con la aventura iniciada, los franceses prosiguieron con la invasión y en junio de 1863 se apoderaron de la ciudad de México, adonde entraron en medio del delirio de los eclesiásticos. En 1864 Maximiliano de Habsburgo fue coronado emperador, con la idea de los conservadores de acabar con todas las conquistas de la Reforma. La resistencia continuaba en el norte, donde Juárez contaba con mayores apoyos entre la población. Tras la retirada de los franceses en 1866, Maximiliano decidió mantenerse en el poder, respaldado por los conservadores. La derrota fue rápida y el emperador terminó fusilado por orden de Juárez.El estado del país era lamentable y a fin de agilizar la reconstrucción, Juárez redujo drásticamente el tamaño del ejército y los gastos del Estado, salvo en lo tocante a educación. A la muerte de Juárez, en 1872, Sebastián Lerdo de Tejada, un abogado liberal que había apoyado la Reforma desde sus inicios, se hizo cargo del gobierno. Los liberales contaban con un enemigo implacable, Porfirio Díaz, que se había levantado en 1871 contra la reelección de Juárez y en 1875 contra Lerdo, ocasión en la que tuvo éxito. A partir de allí comenzaría la larga experiencia porfiriana.